Al suprimir las grandes superficies de paredes, características del arte románico, el gótico las reemplazó por vitreaux de colores que se extendieron hacia arriba buscando la luz, elemento primordial y manifestación de Dios.
Ellos convivieron desde entonces con la arquitectura en perfecta armonía y representaron una gran pintura monumental.
Vitreaux o Vitraux es un término francés que significa “vitrales” ó “vidrieras”.
Se entiende por vitreaux una superficie construida por un conjunto de pequeños trozos de vidrios de color o no, pintados y unidos entre sí con plomo y formando una imagen.
Las pinturas que se utilizan son especiales y, una vez hecho el dibujo son cocidas en hornos a altas temperaturas. Como ocurre al pintar la cerámica, el calor modifica algo los colores originales, esto hace que los distintos trozos de una misma figura no tengan exactamente los mismos tonos sino que haya pequeñas variaciones. En el antiguo Egipto, en la cultura grecorromana, en Bizancio y en construcciones árabes, se encuentran antecedentes remotos, pero en esos casos, los trozos de vidrios están ensamblados con bastidores de madera, piedra o estuco.
Los primeros vitrales artísticos conservados datan del período carolingio, éstos no se relacionan con la arquitectura sino con las artes suntuarias y más concretamente con la orfebrería. El más antiguo hasta hoy hallado se encuentra en el cementerio francés de Séry-lés-Mézieres, se cree que formaba parte de un relicario, está formado por diversas piezas de vidrio, todas ellas unidas con plomo, que representan una cruz con adornos florales en los lados y las letras alfa y omega flanqueándola.
En las excavaciones realizadas en 1932 en la abadía de Lorsch, en el estado de Hesse, Alemania, se encontró un pequeño vitral muy fragmentado donde aparece la cabeza de Cristo, se cree que es de finales del siglo IX o principios del X .Otra cabeza de Cristo, del siglo del siglo IX, procede de la Iglesia abacial de Wissembourg, Alsacia, es la imagen más antigua de Cristo conservada intacta en una vidriera.
Durante los siglos XII al XV, los vitrales fueron la principal manifestación medieval del arte del vidrio, íntimamente vinculados a la arquitectura gótica. Al sustituir del todo a la pared, realzan la ligereza y gracia del edificio, protegen el interior de la luz demasiado viva y al mismo tiempo ilustran.
Las imágenes de Santos y las historias sagradas aparecen a los ojos de los fieles en formas concretas, bien definidas, por medio de figuras ricas en conceptos simbólicos.
Como escribió el abad Suger, de Saint Denís:“constituyen para los que no pueden leer, una verdadera Biblia pictórica y además un símbolo. Educan a través del deleite de los sentidos”.
El dibujo es muy refinado, preciso hasta en los detalles más pequeños. Los colores son fuertes: intensos tonos de rojo, azul, amarillo, verde, combinados con excepcional sensibilidad cromática. En la Edad Media, el vidrio grueso, lleno de impurezas o burbujas rompía la luz en mil destellos.
Composiciones complicadas, llenas de figuras representando no solo pasajes bíblicos sino también escenas de la vida cotidiana, el dibujo preciso en los detalles y la gran riqueza de la coloración ,llevaron al arte del vitral a un gran auge, que alcanzó su punto más alto con la construcción de templos cristianos durante el siglo XII.
Los más importantes trabajos corresponden a la iglesia abacial de Saint-Denis, así como a la catedral de Le Mans, Poitiers, Chartres, en Francia; a Soest y Augsburgo en Alemania; a Lagenfurt en Austria; a York y Canterbury en Inglaterra y a León en España.
Este apogeo se debió, fundamentalmente, al concepto espacial que introdujo la arquitectura gótica, necesitada de amplios vanos y creadora de un espacio interior que propiciara la exaltación, donde la luz filtrada por los vidrios multicolores ejercía una función mística de vínculo directo con la divinidad.
Con el Renacimiento se redujo paulatinamente la importancia del vitral, hasta que a comienzos del siglo XVI sólo se continuó practicándose en los países nórdicos donde el gótico seguía vigente. La decadencia se acentuó en los siglos posteriores, pero en la segunda mitad de 1800 y con la aparición del Art Nouveau se pusieron otra vez de moda las vidrieras coloreadas, aunque no con la fuerza y preeminencia de antaño.
A fines del siglo XIX, artistas de la talla de Toulouse-Lautrec y Pierre Bonnard realizaron diseños de vitrales, sentando un precedente que ya en el siglo XX seguirían grandes plásticos como Marc Chagall, Henri Matisse y Joan Miró, entre otros.
Ellos convivieron desde entonces con la arquitectura en perfecta armonía y representaron una gran pintura monumental.
Vitreaux o Vitraux es un término francés que significa “vitrales” ó “vidrieras”.
Se entiende por vitreaux una superficie construida por un conjunto de pequeños trozos de vidrios de color o no, pintados y unidos entre sí con plomo y formando una imagen.
Las pinturas que se utilizan son especiales y, una vez hecho el dibujo son cocidas en hornos a altas temperaturas. Como ocurre al pintar la cerámica, el calor modifica algo los colores originales, esto hace que los distintos trozos de una misma figura no tengan exactamente los mismos tonos sino que haya pequeñas variaciones. En el antiguo Egipto, en la cultura grecorromana, en Bizancio y en construcciones árabes, se encuentran antecedentes remotos, pero en esos casos, los trozos de vidrios están ensamblados con bastidores de madera, piedra o estuco.
Los primeros vitrales artísticos conservados datan del período carolingio, éstos no se relacionan con la arquitectura sino con las artes suntuarias y más concretamente con la orfebrería. El más antiguo hasta hoy hallado se encuentra en el cementerio francés de Séry-lés-Mézieres, se cree que formaba parte de un relicario, está formado por diversas piezas de vidrio, todas ellas unidas con plomo, que representan una cruz con adornos florales en los lados y las letras alfa y omega flanqueándola.
En las excavaciones realizadas en 1932 en la abadía de Lorsch, en el estado de Hesse, Alemania, se encontró un pequeño vitral muy fragmentado donde aparece la cabeza de Cristo, se cree que es de finales del siglo IX o principios del X .Otra cabeza de Cristo, del siglo del siglo IX, procede de la Iglesia abacial de Wissembourg, Alsacia, es la imagen más antigua de Cristo conservada intacta en una vidriera.
Durante los siglos XII al XV, los vitrales fueron la principal manifestación medieval del arte del vidrio, íntimamente vinculados a la arquitectura gótica. Al sustituir del todo a la pared, realzan la ligereza y gracia del edificio, protegen el interior de la luz demasiado viva y al mismo tiempo ilustran.
Las imágenes de Santos y las historias sagradas aparecen a los ojos de los fieles en formas concretas, bien definidas, por medio de figuras ricas en conceptos simbólicos.
Como escribió el abad Suger, de Saint Denís:“constituyen para los que no pueden leer, una verdadera Biblia pictórica y además un símbolo. Educan a través del deleite de los sentidos”.
El dibujo es muy refinado, preciso hasta en los detalles más pequeños. Los colores son fuertes: intensos tonos de rojo, azul, amarillo, verde, combinados con excepcional sensibilidad cromática. En la Edad Media, el vidrio grueso, lleno de impurezas o burbujas rompía la luz en mil destellos.
Composiciones complicadas, llenas de figuras representando no solo pasajes bíblicos sino también escenas de la vida cotidiana, el dibujo preciso en los detalles y la gran riqueza de la coloración ,llevaron al arte del vitral a un gran auge, que alcanzó su punto más alto con la construcción de templos cristianos durante el siglo XII.
Los más importantes trabajos corresponden a la iglesia abacial de Saint-Denis, así como a la catedral de Le Mans, Poitiers, Chartres, en Francia; a Soest y Augsburgo en Alemania; a Lagenfurt en Austria; a York y Canterbury en Inglaterra y a León en España.
Este apogeo se debió, fundamentalmente, al concepto espacial que introdujo la arquitectura gótica, necesitada de amplios vanos y creadora de un espacio interior que propiciara la exaltación, donde la luz filtrada por los vidrios multicolores ejercía una función mística de vínculo directo con la divinidad.
Con el Renacimiento se redujo paulatinamente la importancia del vitral, hasta que a comienzos del siglo XVI sólo se continuó practicándose en los países nórdicos donde el gótico seguía vigente. La decadencia se acentuó en los siglos posteriores, pero en la segunda mitad de 1800 y con la aparición del Art Nouveau se pusieron otra vez de moda las vidrieras coloreadas, aunque no con la fuerza y preeminencia de antaño.
A fines del siglo XIX, artistas de la talla de Toulouse-Lautrec y Pierre Bonnard realizaron diseños de vitrales, sentando un precedente que ya en el siglo XX seguirían grandes plásticos como Marc Chagall, Henri Matisse y Joan Miró, entre otros.
2 comentarios:
Un artículo muy interesante :D Gracias por publicarlo.
Muchas Gracias anónimo!!!! :) celeste
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